domingo, 21 de agosto de 2022

TRAUMA ABDOMINAL

 1 de cada 10.000 niños sufre un traumatismo abdominal cada año.

Varios artículos han demostrado que un período más corto de reposo en cama y un ingreso hospitalario más corto son seguros. Además, se ha comprobado que las directrices basadas en el estado hemodinámico en lugar de en las pruebas de imagen son seguras y efectivas. 

Del mismo modo, las lesiones renales pueden tratarse sin reposo en cama. 

Se mantiene la controversia sobre el plan terapéutico óptimo de las lesiones terapéuticas, pero el tratamiento quirúrgico definitivo puede ser más apropiado con un diagnóstico temprano,  mientras que el TNQ es apropiado en las lesiones menos graves.

Reanimación de niños con traumatismo abdominal no penetrante

Los principios del tratamiento inicial de los niños lesionados están bien definidos en el material del curso de soporte vital traumático avanzado (Advanced Trauma Life Support) del American College of Surgeons (ACS).

Las prioridades terapéuticas esenciales son despejar la vía respiratoria, conseguir una respiración y una ventilación adecuada, y mantener una circulación cardiovascular apropiada con tratamiento rápido y apropiado de la hemorragia.

En los niños el shock se manifiesta a menudo por una perfusión deficiente y solo se produce hipotensión cuando la pérdida de sangre es muy abundante.

más de la mitad de los niños que necesitan transfusiones de sangre por shock no están hipotensos. 

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En los niños hemodinámicamente inestables con sospecha de lesión abdominal, la valoración inicial incluye una evaluación de su respuesta a la transfusión. 

La infusión de cristaloides no debe sobrepasar los 20 ml/kg antes de iniciar la transfusión. 

Los pacientes que no se estabilizan o los que presentan hipotensión recurrente después de la transfusión de sangre tienen probablemente una hemorragia activa y un riesgo alto de necesitar tratamiento quirúrgico del sangrado. 

Todos los hospitales de traumatología y los hospitales infantiles deben tener preparado un protocolo de transfusión masiva.

Evaluación de los traumatismos abdominales no penetrantes

indice de shock (frecuencia cardíaca máxima dividida por presión sistólica mínima [normal < 0,9]) 

El índice ajustado de shock infantil (SIPA) tienen poca capacidad para identificar a los niños con una lesión intraabdominal que precisan transfusión u otra intervención. 

Los valores del SIPA por edad son 
> 1,22 (4-6 años)
> 1 (7-12 años) 
0,9 (≥ 13 años). 

En un estudio reciente el SIPA permitió identificar al 93% de los niños con una lesión hepática o esplénica de grado 3 o superior con necesidad de transfusión en las primeras 24 h, pero no alcanzó la misma sensibilidad en las lesiones más leves. 

La tomografía computarizada (TC) sigue siendo la prueba de imagen de elección para evaluar los traumatismos abdominales no penetrantes. 

Estudios recientes de la Pediatric Emergency Care Applied Network (PECARN) indican que un método selectivo para realizar pruebas de imagen es seguro. 

En los niños con una puntuación de 15 en la escala del coma de Glasgow (GCS), el dolor abdominal en la exploración física tenía solo una sensibilidad del 79% para identificar una lesión intraabdominal relevante, pero la sensibilidad bajó mucho en los niños con una puntuación GCS más baja. 

De hecho, la mitad de los niños con una puntuación GCS de 14 que presentaban lesiones intraabdominales no tenían dolor abdominal en la exploración. 

La PECARN afirma que es posible evitar la TC de manera segura si se cumplen siete criterios 

1819 En otro estudio, los niños con un mecanismo de lesión sin relación con vehículos de motor, una puntuación GCS normal y un índice de shock ajustado por edad normal tenían pocas probabilidades de lesión de órgano sólido con necesidad de intervención. 

Por el contrario, en otro estudio, la presencia de equimosis en la pared abdominal era bastante relevante porque el 19% de estos niños tenían una lesión intraabdominal y el 11% una lesión intestinal. 

La equimosis de la pared abdominal puede justificar las exploraciones abdominales seriadas con independencia de la decisión de realizar pruebas de imagen.

CRITERIOS DE PECARN PARA EVITAR LA TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA ABDOMINAL
  •  

    Puntuación GCS ≥ 14

  •  

    Ausencia de dolor abdominal

  •  

    Ausencia de vómitos

  •  

    Ausencia de dolor abdominal a la palpación

  •  

    Ausencia de traumatismo en la pared torácica

  •  

    Ausencia de equimosis en la pared abdominal o de señal del cinturón de seguridad

  •  

    Ruidos respiratorios normales



Los pacientes con una señal del cinturón de seguridad pueden tener una fractura vertebral. La marca del manillar puede estar asociada a una lesión intestinal o pancreática subyacente.

Muchos hospitales usan las transaminasas hepáticas para determinar la necesidad de TC en los pacientes sin otras indicaciones de pruebas de imagen.
se considera que una cifra > 100 UI/l es una indicación de TC.

aspartato aminotransferasa/alanina aminotransferasa (AS/ALT) < 400/< 200 tenía un valor predictivo negativo del 96% en las lesiones hepáticas de grado 3 o superior. 

En los niños en los que está indicada una TC es suficiente el contraste intravenoso sin necesidad de contraste oral.

La ecografía específica de traumatismos (FAST) es una prueba de imagen que depende mucho del que la hace y con una sensibilidad y una especificidad bajas para detectar líquido libre y lesión en adultos.

Tratamiento de las lesiones hepáticas y esplénicas

La mayoría de los niños con lesiones no penetrantes hepáticas y esplénicas no precisan tratamiento quirúrgico. 

La mayoría de las muertes infantiles por traumatismos abdominales no penetrantes están causadas por lesión cerebral concomitante y no por lesiones hepáticas o esplénicas.

La guía clínica de la APSA publicada en 2000 aplicable solo a los pacientes hemodinámicamente estables recomienda basar la hospitalización en el grado de lesión

El ingreso en una unidad de cuidados intensivos (UCI) estaba reservado para las lesiones grado IV o V. No obstante, también se ha cuestionado el tratamiento basado en el grado de lesión en la TC.

El 76% de los fracasos en este estudio retrospectivo se produjeron en las primeras 12 h.

Las causas más frecuentes de necesidad de tratamiento quirúrgico eran: 
shock o hemorragia persistente (49%)
peritonitis o lesión intestinal (42%)
lesión pancreática (8%)
rotura diafragmática (1%).

AUMENTO DEL RIESGO DE FRACASO DEL TRATAMIENTO NO QUIRÚRGICO EN LA INFANCIA
Mecanismo de lesión diferente de caída
Traslado desde el lugar del accidente
Hipotensión en urgencias
Taquicardia en urgencias
Volúmenes altos de cristaloides
Transfusión
Transfusión temprana
Lesiones hepáticas y esplénicas combinadas
Lesión pancreática asociada
Lesión renal asociada
Extravasación de contraste en la tomografía computarizada
Tiempo de traslado temprano
NO ASOCIADOS A AUMENTO DEL RIESGO DE FRACASO EN LA INFANCIA
Sexo
Edad
Lesión hepática en lugar de esplénica

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Tratamiento quirúrgico de la hemorragia hepática y esplénica

El tratamiento inicial de la hemorragia esplénica es el taponamiento de los cuatro cuadrantes abdominales. 

Se retira el taponamiento de un cuadrante cada vez, dejando para el final el(los) cuadrante(s) con más probabilidad de hemorragia. Las opciones de tratamiento definitivo de la hemorragia esplénica son taponamiento y espera, arteriografía con el taponamiento colocado, esplenorrafia o esplenectomía. Gracias a la mejoría de los resultados mediante TNQ, en EE. UU. se realizan menos de 400 esplenectomías anuales por lesiones traumáticas. 



Si cesa la hemorragia se realiza una arteriografía y se monitoriza al paciente en la UCI. 

Si el taponamiento no detiene la hemorragia se realiza una maniobra de Pringle.

Si esta maniobra detiene el sangrado es más probable que proceda de una arteria hepática o de una rama venosa portal. Estas lesiones se tratan mediante ligadura selectiva y taponamiento epiploico. 

 si continúa el sangrado es probable que el paciente tenga una lesión en la vena cava inferior (VCI) y puede ser necesario un aislamiento vascular para controlar la hemorragia.

Puede ser necesaria una esternotomía media para reparar la lesión de la VCI después de un aislamiento vascular.

Numerosos estudios han demostrado que un umbral de transfusión de 7 g/dl de hemoglobina es seguro en los niños con traumatismos abdominales no penetrantes,

Hemorragia diferida

Uno de los problemas principales del TNQ de las lesiones de órganos sólidos es el riesgo de hemorragia diferida. 

El riesgo de hemorragia diferida en las lesiones esplénicas es del 0,3%, pero según la experiencia clínica y los datos ATOMAC probablemente es inferior a 0,2%

Definición de la necesidad de operación

40 ml/kg de hemoderivados durante las primeras 24 h es un límite a partir del cual la probabilidad de éxito del TNQ empieza a bajar.

la necesidad de transfusión temprana, una presión sistólica menor de 50 mmHg o un episodio de hipotensión recurrente indican un riesgo más alto de muerte. 

La hipotensión recurrente poco después de una transfusión de sangre en un niño con una lesión traumática que presenta probablemente una hemorragia por lesión de un órgano sólido indica fracaso del TNQ y precisa operación u otra intervención como la embolización.

Angioembolización

Varias series muestran una detención efectiva del sangrado mediante angioembolización en niños y adolescentes con lesión de órgano sólido, y está incluida en el algoritmo terapéutico de las lesiones traumáticas en niños.

5-15% de los niños con lesión esplénica tienen extravasación de contraste.

la mayoría de los niños con extravasación de contraste no precisan angioembolización y la indicación actual de la angioembolización se limita a los niños en los que fracasa el TNQ.

La angioembolización ha sido efectiva en niños con hemobilia (hemorragia digestiva alta por lesión hepática con sangrado en los conductos biliares).

La angioembolización es controvertida en los seudoaneurismas hepáticos o esplénicos y probablemente innecesaria en la mayoría de los seudoaneurismas esplénicos. 

Colangiopancreatografía retrógrada endoscópica

La colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) puede ser útil en los traumatismos hepáticos para diagnosticar y tratar a los niños con lesiones graves en un conducto biliar.

En algunos pacientes es posible colocar una endoprótesis en el conducto lesionado.

pueden realizarse intervenciones terapéuticas como esfinterotomía y colocación de endoprótesis en la ampolla para bajar la presión en el árbol biliar, incluso si no es posible poner una endoprótesis en la lesión. Estas técnicas se realizan a menudo como complemento del drenaje percutáneo de un biloma secundario a una lesión traumática de un conducto biliar.

Lesiones renales

Las lesiones renales son menos frecuentes que las lesiones hepáticas o esplénicas y representan solo un tercio de los ingresos. 

El tratamiento inicial de una lesión renal no penetrante es parecido al de las lesiones hepáticas y esplénicas, y en > 97% de los pacientes se emplea tratamiento quirúrgico.

No obstante, una diferencia es que después de una lesión renal no penetrante es innecesario el reposo en cama. La omisión del reposo en cama obligatorio en los pacientes estables con una lesión renal no penetrante puede acortar la hospitalización sin aumentar el riesgo de hemorragia ni de reingreso. 


El TNQ de las lesiones renales grado I a III se ha empleado durante muchos años, pero en la actualidad también es la norma en las lesiones de grado alto.

la causa de la operación era generalmente el tratamiento de otras lesiones o por la presencia de anomalías congénitas.

En las lesiones renales grado IV y V los cirujanos emplean el TNQ en los pacientes hemodinámicamente estables y consiguen resultados satisfactorios.

Los factores de riesgo de fracaso del TNQ son lesiones que afectan el sistema colector renal, hematomas perirrenales voluminosos, urinomas mayores de 4 cm, desgarros en la región anteromedial o medial del riñón, presencia de fragmentos renales disociados y extravasación interpolar.

Se ha recomendado la embolización arterial transcatéter como primer paso del tratamiento de la hemorragia renal activa para conservar al máximo el parénquima y la función renal. 

La indicación principal de tratamiento quirúrgico es la inestabilidad hemodinámica persistente.

técnicas complementarias, como colocación de endoprótesis, drenaje percutáneo y angioembolización, pueden ayudar a evitar la laparotomía.

La hipertensión tardía es infrecuente, puede ser transitoria en el 6% de las lesiones de grado alto (≥ III).  

Pocos pacientes precisan tratamiento antihipertensivo a largo plazo.

Trombosis arterial renal

La trombosis arterial renal es un trastorno infrecuente en la infancia. 

La causa más frecuente es un estiramiento por desaceleración o una lesión por cizalladura de la íntima arterial seguida de disminución del flujo sanguíneo y el consiguiente trombo. 

Lesiones pancreáticas

 Los aspectos más importantes de la gradación de las lesiones pancreáticas son la localización de la lesión y el estado del conducto pancreático principal. 

Grado *Tipo de lesiónDescripción de la lesiónCIE-9AIS-90
IHematomaContusión leve sin lesión ductal863.81-863.842
DesgarroDesgarro superficial sin lesión ductal2
IIHematomaContusión grave sin lesión ductal ni pérdida tisular863.81-863.842
DesgarroDesgarro grave sin lesión ductal ni pérdida tisular
IIIDesgarroSección transversal distal o lesión parenquimatosa con lesión ductal863.92/863.943
IVDesgarroSección transversal proximal o lesión parenquimatosa con afectación de la ampolla863.914
VDesgarroAlteración extensa de la cabeza pancreática863.915


El tratamiento no quirúrgico es el más apropiado en las lesiones pancreáticas grado I y II de la AAST

Los pacientes con una rotura transversal del conducto pancreático principal (grado III) tienen menos complicaciones con pancreatectomía distal, y se ha observado también que la pancreatectomía distal laparoscópica es efectiva si se realiza pronto.

Los estudios han mostrado que el TNQ en pacientes con lesión del conducto pancreático conduce a la pérdida del páncreas distal a la lesión ductal probablemente por fuga enzimática pancreática.

Si la lesión afecta a menos del 50% del páncreas no causa disfunción endocrina ni exocrina. 

los pacientes con una pérdida funcional superior al 50% presentan intolerancia a la glucosa. 

En las lesiones más proximales, la reconstrucción quirúrgica del páncreas distal mediante pancreatoyeyunostomía en Y de Roux restablece el drenaje ductal en el tubo digestivo, permite conservar el páncreas y mantiene la función endocrina y exocrina.

La indicación ideal son las lesiones en las que una endoprótesis pancreática puede cruzar completamente el conducto lesionado, mejor que los casos tratados con esfinterotomía y colocación de endoprótesis en la ampolla.

Lesiones intestinales no penetrantes

Los traumatismos abdominales no penetrantes causan lesiones intestinales en un porcentaje bajo pero considerable de los niños.

Los vehículos de motor y las lesiones por manillar son los mecanismos más frecuentes de lesión intestinal no penetrante en niños mayores 

en los niños pequeños son importantes los traumatismos por maltrato.

Las lesiones intestinales no penetrantes más frecuentes son las situadas en o cerca de zonas fijas al retroperitoneo, como duodeno, yeyuno proximal, colon sigmoide y recto. 

zonas fijas tienen menos movilidad y por tanto menos capacidad para alejarse del impacto abdominal. Además de las lesiones por impacto directo, el intestino puede presentar una lesión mesentérica con la consiguiente isquemia.

En un estudio ATOMAC reciente el 2% de los niños con lesiones de órgano sólido tenían una lesión intestinal con necesidad de tratamiento quirúrgico y un 0,5% adicional tenía lesiones mesentéricas que precisaron una exploración quirúrgica. 

Lesiones gástricas

La mayor parte de las lesiones traumáticas del estómago están causadas por traumatismos abdominales no penetrantes. 

rotura por presión alta del estómago lleno. habitualmente en la curvatura mayor del estómago y son frecuentes los desgarros no lineales.

El tratamiento consiste en lavado abdominal, desbridamiento del estómago desvitalizado y reparación primaria. También se ha descrito la reparación laparoscópica.

Lesiones duodenales


relativamente infrecuentes.

La fuerza de un traumatismo no penetrante aplicada al abdomen por el agresor lesiona con frecuencia la segunda porción fija del duodeno, aunque puede lesionar otros segmentos 

En niños mayores las lesiones duodenales están causadas habitualmente por una transferencia de energía concentrada en el duodeno, a menudo en el segmento que cruza la columna vertebral. Los accidentes de tráfico son el segundo mecanismo más frecuente por detrás del maltrato infantil

 Los pacientes con un hematoma duodenal intraparietal pueden tratarse a menudo mediante apoyo nutricional con expectativas razonables de reabsorción del hematoma a una media de 9 días. 

En los pacientes con perforación duodenal es necesaria una reparación quirúrgica, incluso si se diagnostica tarde.

la reconstrucción del duodeno destruido puede hacer necesarias técnicas reparadoras complejas.

Lesiones del intestino delgado

Las lesiones penetrantes del intestino delgado se tratan por lo general mediante reparación primaria, pero las lesiones no penetrantes o las lesiones mesentéricas pueden precisar resección y anastomosis.

Lesiones del colon

En los pacientes hemodinámicamente estables es apropiado el desbridamiento o la resección del tejido lesionado seguido de una reparación primaria sin derivación fecal. 

En los pacientes inestables debe individualizarse el tratamiento. 

En los adultos se recomienda cirugía de control de daños con grapadoras quirúrgicas, discontinuidad intestinal y reparación diferida temprana. 

Lesiones rectales

Los mecanismos de lesión rectal son agresión sexual, lesiones a horcajadas, lesión por embarcación y empalamiento accidental 

Las lesiones por embarcación (p. ej., motos de agua) pueden implicar una fuerza hidrostática que penetra en el recto y lo perfora.

Es poco frecuente que las fracturas pélvicas causen una perforación rectal secundaria. El tacto rectal es poco fiable para detectar estas lesiones. 

Puede ser útil la TC abdominopélvica con o sin anoscopia, proctoscopia, vaginoscopia o cistoscopia.


Las lesiones rectales por encima de la reflexión peritoneal se tratan igual que las lesiones de colon y es apropiada la reparación sin derivación

Por debajo de la reflexión peritoneal, el tratamiento depende del grado de lesión y de las lesiones concurrentes. 

En las lesiones de menos del 50% de la circunferencia intestinal es posible la reparación transanal primaria sin derivación. 

Si afectan a más del 50% de la circunferencia o si hay una destrucción considerable de los tejidos circundantes se recomienda reparación primaria y derivación. 

Las niñas con lesiones rectales (por encima de la línea anocutánea) y vaginales combinadas tienen un riesgo alto de fístula rectovaginal con independencia de la reparación, pero la derivación temprana puede facilitar la reparación definitiva de las fístulas recurrentes.

La mayoría de los pacientes con una lesión rectal aislada no complicada a los que se realiza una reparación temprana conservan la continencia fecal.

Traumatismos no penetrantes de la aorta abdominal

Las lesiones no penetrantes de la aorta abdominal son infrecuentes y a menudo están causadas por fuerzas de desaceleración intensas. 

Lesiones diafragmáticas no penetrantes

La rotura del diafragma por un traumatismo no penetrante es infrecuente pero habitualmente está causada por un aumento intenso y brusco de la presión intraabdominal.

La reparación puede realizarse durante la laparotomía por otras lesiones, pero es factible una reparación primaria laparoscópica o toracoscópica

La reparación toracoscópica puede tener ventajas en los niños con presentaciones diferidas, así como un mejor acceso a las adherencias formadas en el tórax y una mejor visión del diafragma. En la fase aguda es preferible una vía de abordaje abdominal para descartar lesiones intraabdominales asociadas.



Laparoscopia en los traumatismos
En los pacientes estables con mecanismos más leves se ha utilizado la laparoscopia para evaluar y reparar lesiones intestinales 

Si las pruebas de imagen muestran otras anomalías, a veces se identifican seudoquistes y seudoaneurismas. 

Seudoaneurismas esplénicos

Los seudoaneurismas esplénicos son complicaciones vasculares por lesión de la pared de un vaso. 

 seudoaneurismas esplénicos son frecuentes después de un traumatismo no penetrante y hasta el 17% de estos pacientes presentan un seudoaneurisma.

En los seudoaneurismas sintomáticos puede ser apropiada la angioembolización y en un estudio fue efectiva en más del 85% de los pacientes



Seudoquistes esplénicos

Los seudoquistes postraumáticos son por lo general quistes uniloculares con revestimiento no epitelial. Aunque algunos estudios indican que su origen no es traumático, se han detectado un número suficiente después de un traumatismo no penetrante para considerar que algunos son postraumáticos.

A diferencia de los seudoaneurismas, estos quistes no presentan habitualmente flujo en su interior ni desaparecen espontáneamente.

El drenaje percutáneo tiene una tasa de fracaso alta, pero se han conseguido buenos resultados mediante escleroterapia con alcohol. 

La esplenectomía parcial laparoscópica o la marsupialización son técnicas quirúrgicas frecuentes 

Infección fulminante postesplenectomía


complicación infrecuente pero importante de la esplenectomía.

Las bacterias responsables son Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae tipo b y Neisserie meningitidis.

Es difícil calcular la incidencia, pero probablemente ronda el 1% después de la esplenectomía.

Los síntomas iniciales son astenia, cambio de color de la piel, pérdida de peso, dolor abdominal, diarrea, estreñimiento, náuseas y cefalea.

Una evolución con empeoramiento brusco puede conducir rápidamente a coma y muerte en 24-48 h por shock, hipoglucemia, acidosis, anomalías electrolíticas, dificultad respiratoria y coagulación intravascular diseminada. 


Las vacunas deben administrarse 14 días después de la esplenectomía para mejorar la respuesta inmunitaria del paciente.

La vacunación actual comprende vacuna neumocócica, vacuna meningocócica y vacuna para H. influenzae serotipo b (Hib). 

El tratamiento antibiótico debe comenzar ante los primeros signos de infección, como fiebre, escalofríos, dolor de garganta o tos. Los familiares deben solicitar asistencia sanitaria para realizar pruebas diagnósticas adicionales al inicio de cualquier enfermedad. Las vacunas deben actualizarse cada 3-6 años a lo largo de la vida del paciente, dependiendo del tipo de vacuna.

Hígado

Biloma

colección de bilis en el interior de la cavidad abdominal. La fuga de bilis después de un traumatismo hepático no penetrante es poco frecuente y en un estudio estaba presente solo en el 2% de las lesiones hepáticas.

Los síntomas habituales son dolor abdominal progresivo e íleo junto con elevación de la bilirrubina y de las pruebas funcionales hepáticas después de un traumatismo abdominal no penetrante.

La mayoría de los bilomas pueden tratarse mediante drenaje percutáneo guiado por imagen. 
 Se ha descrito la adición de endoprótesis en el conducto biliar mediante CPRE con o sin esfinterotomía para bajar la presión biliar.

Si el paciente necesita una operación por otra indicación puede ser apropiado el drenaje laparoscópico o abierto con lavado abdominal. 

Deben administrarse antibióticos a los pacientes con un biloma infectado. 

Lesión grave de conducto biliar

pocas series pediátricas contienen lesiones graves de un conducto biliar después de una lesión hepática, pero una serie en adultos halló una lesión relevante del conducto biliar en el 1,4% de los pacientes lesionados. 

CPRE puede ser útil para el diagnóstico y para el tratamiento.

Muchas lesiones de un conducto biliar grande tratadas en el pasado eran probablemente bilomas tratados empíricamente o reparados mediante hepatorrafia sin identificación específica de la lesión ductal mediante CPRM o CPRE. Pocas veces es necesario tratamiento quirúrgico abierto.

Igual que los bilomas secundarios a lesiones ductales leves, el tratamiento consiste en drenaje percutáneo del biloma guiado por imagen, colocación de endoprótesis por vía endoscópica a través del conducto (si es posible) y esfinterotomía de la ampolla.

Seudoaneurisma arterial hepático

Los seudoaneurismas arteriales hepáticos son infrecuentes y por lo general están relacionados con lesiones de grado alto (grado IV o más).

probabilidad de trombosis espontánea de los seudoaneurismas secundarios a lesión hepática es más baja y también pueden tener más riesgo de sangrado. 

Hay pocos datos para establecer recomendaciones para estas lesiones, pero en algunos pacientes se ha empleado la angioembolización. 

Riñón

Seudoaneurismas arteriales renales

Los seudoaneurismas traumáticos de la arteria renal principal son infrecuentes pero posibles en los traumatismos renales penetrantes y no penetrantes de grado alto. 

Los síntomas iniciales son hematuria, hipertensión o dolor abdominal. 

El tratamiento de primera línea es la arteriografía con embolización del seudoaneurisma.  

El tratamiento quirúrgico se reserva habitualmente para los pacientes con inestabilidad hemodinámica por rotura o si la angioembolización es infructuosa.


Urinoma

Muchas lesiones renales de grado alto afectan el sistema colector y pueden estar asociadas a una colección de orina cerca del riñón, denominada urinoma. 

Un urinoma persistente o creciente puede provocar una rotura en la unión pieloureteral.

15-20% de los pacientes con una lesión renal de grado alto presentan urinoma sintomático, más del 75% de estos pacientes pueden tratarse mediante drenaje percutáneo del urinoma y colocación de una endoprótesis ureteral por vía cistoscópica. 

Muchos urinomas se asocian a sangrado en el parénquima renal y es frecuente la hematuria consiguiente. No obstante, pocas veces es necesario un tratamiento quirúrgico de un urinoma traumático en ausencia de anomalías congénitas urinarias. A veces es necesaria una pieloplastia.

Seguimiento

Restricción de la actividad

Las directrices APSA del 2000 recomiendan restringir la actividad durante un período equivalente al grado de lesión + 2 en semanas. 

Las recomendaciones APSA permiten también a los niños lesionados volver al colegio después del alta hospitalaria si no participan en la clase de gimnasia, en deportes, en actividades sobre ruedas ni en actividades en las que ambos pies se despegan del suelo a la vez. 

Repetición de las pruebas de imagen después de una lesión hepática o esplénica

Las directrices APSA no recomiendan repetir sistemáticamente las pruebas de imagen en los niños con lesiones hepáticas o esplénicas. 

En los niños con mareo, aturdimiento, ictericia, dolor abdominal o de hombro progresivo se recomienda repetir la ecografía.

Un artículo señalaba que en las lesiones hepáticas de grado alto puede ser apropiado repetir las pruebas de imagen antes del alta hospitalaria por el riesgo de sangrado, pero un estudio más numeroso posterior no halló utilidad en la repetición de las pruebas de imagen en los niños con lesiones hepáticas o esplénicas no penetrantes. 

Repetición de las pruebas de imagen después de una lesión renal

A diferencia de las lesiones hepáticas y esplénicas, las lesiones renales de grado alto es habitual la repetición de las pruebas de imagen para medir la función renal y evaluar la curación. 

La gammagrafía con 99m Tc-ácido dimercaptosuccínico (DMSA) en el período inicial y avanzado del seguimiento puede proporcionar una estimación de la función renal, pero esta prueba no provoca por lo general cambios de tratamiento. 

Esta prueba se realiza con frecuencia a pesar de que no hay datos convincentes de su utilidad. 

Algunos hospitales realizan una ecografía renal de seguimiento de las lesiones renales con afectación del sistema colector. 

Esta medida puede ser útil para evaluar una anomalía congénita subyacente. 

No hay acuerdo global sobre la prueba de imagen de seguimiento. 

Se ha señalado la ecografía, la TC y la RM. 

Las pruebas de imagen después de la lesión se realizan a los 3 meses en hospitales que realizan habitualmente pruebas de imagen renal.


Hipertensión

La hipertensión es frecuente en los niños después de una lesión renal no penetrante.

El denominado riñón de Page es una hipertensión renal por compresión externa de este órgano. 

El riesgo de complicaciones a largo plazo puede estar relacionado con un grado alto de lesión, pero la hipertensión es infrecuente y se regula con relativa facilidad.




















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